Este fin de semana estuve en “La Cooperación entre Jóvenes. Encuentro 2009”, dentro del programa de “Jóvenes Cooperantes Extremeñ@s”. Estuvimos cerca de 100 personas entusiastas, incluyendo tanto los participantes, organizadores, dinamizadores, artistas (hubo dos conciertos), cocineros para la comida del mundo, etc. Y no pudo tener mejor resultado. El subidón de energía, de buen rollo, de alegría, dinamismo, amabilidad entre todos, empatía respecto a todos, comprensión, ayuda, apoyo, etc. Todos parecíamos iguales, como si fuésemos un grupo creado desde hace muchísimo tiempo, todos pensábamos igual, lo que uno iba a comentar lo anticipaba el anterior en tener la palabra, todos asentíamos a lo dicho por todos, sin ninguna discrepancia, incluso en matices. Si hubiese organizaciones, empresas, partidos políticos, sindicatos, etc., que sean tan unánimes, su organización y funcionamiento sería sencillo. Y esos dos días que estuvimos en Jerte, en el Valle del Jerte, en el Campamento Carlos V, escenario tan maravilloso, fueron muy intensos. Tanto que acabamos todos agotados, aunque nadie se daba un respiro. Incluso hasta la marcha nocturna que tuvimos que hacer con las maletas y los sacos de dormir, porque el autobús no se atrevía a llegar hasta el albergue, tuvo su encanto. Caminar a oscuras, iluminados, poco, por las estrellas, que se veían todas, con una nitidez increíble. Las burbujas de experiencias fueron todas conmovedoras. Me acuerdo de la primera, de Patricia. Su experiencia en Guatemala fue impresionante, y lo más maravilloso fue la forma de expresarlo. No narró la dificultad del día a día, ni los problemas, que los hay, sino la alegría y entusiasmo de la gente que conoció, como se rodeó de utópicos que tienen la idea descabellada de querer cambiar el mundo con su pequeña aportación. O los proyectos de Agüemayo, demostrando que con poco se puede hacer mucho, y con lo que nos sobra beneficiamos a muchos que lo necesitan. Conocimos a Victoria, médico en África durante años, y que con el empeño se suplen las carencias, unos ratios de personal médico para miles de habitantes que causaban pavor. Y las experiencias tan llenas de significado de los Jóvenes Voluntarios con América Latina, los que fueron este año 2009. Yo fui en 2008 y comprendía todo lo que nos trataban de contar. Alguien ajeno pensaría que estarían delirando, cuando los 5 o 6 contaban su experiencia en Nicaragua. Una narración a varias voces, participada por todos, refrendaba el entusiasmo, casi el ensimismamiento, como quien es partícipe de una maravilla, un milagro o algo inexplicable, estaban todavía extasiados de haber vivido tanto, como si todavía no se lo creyeran, a pesar de haber vuelto hace varios meses. Comparto su entusiasmo. Y todos estábamos como enaltecidos, como ocurrió en el concierto de Mandenkalu, un grupo de percusión africana, que nos levantó de la butaca al instante de comenzar, espoleados todavía de la vitalidad de los talleres que tuvimos: percusión africana, danza, capoeira, repostería marroquí y caligrafía china (en éste último estuve yo y me reí como hace mucho tiempo, con Kai, un crack. Nunca imaginé que algo tan difícil pudiera provocar tanta risa). En fin, fue algo mágico, no soy capaz de explicarme mejor, a veces las cosas son inefables y lo más expresivo es el silencio.
viernes, 30 de octubre de 2009
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