domingo, 2 de marzo de 2008

Contradicciones

Harry me vendió un móvil (celular) Movistar. Fue una sensación ambivalente. Era extraño que alguien que se parecía a mí, y yo estuviese tan lejos de Extremadura, se convirtiese en mi avatar justo enfrente mío, como un espectador invisible de la vida de otro, de mi otro yo que ha nacido en un país del sur. Para él será un orgullo trabajar en una multinacional pujante, en cambio para mí no. Esta es, otra más, una contradicción. Aquí vivo situaciones que no me gustan y no puedo acostumbrarme a ellas. Que haya niños vendiendo por las calles, con humildad en la cara, y te dicen que hasta que no vendan 200 Córdobas no pueden volver a casa (con nosotros vendió ya 350, por lo que se pudo ir a su hogar) o veas que todos no paran de ir de aquí para allá, o los que te miran pasar expectantes, desde sus humildes moradas.

A veces pienso que no tengo derecho a mirar y juzgar , aunque sea de manera interna. Quién me otorga la capacidad para arrogarme el derecho a cuestionar la vida de otros, sus costumbres, la forma de pensar y aspiraciones. He venido aquí para sentir, no para pensar; para comprender y no para valorar; para vivir y no criticar; para conocer y profundizar en el sentimiento "Nica" y para homogeneizar mis posibles discrepancias con la realidad de aquí, para evaluar y actuar de manera adecuada.

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