Si bebas no conduzcas. Qué más da decirlo de una manera u otra. Quién tiene la potestad para decidir cómo se dicen, cómo se hacen o cómo se perciben las cosas. Aquí en Nicaragua tienen una visión distinta de todo. Qué derecho tengo a considerar yo que se equivocan en esto o lo otro. Ellos me dan explicaciones, me lo razonan todo. Y no tengo argumentos para rebatirlos. Por eso me dan envidia en su determinación, en su visión a largo plazo, en la asimilación de sus debilidades para luchar contra ellas. Quién tiene en España un Plan Estratégico de Desarrollo, casi nadie. Aquí todos los municipios. Quién en Extremadura conoce tan bien sus debilidades para afrontarlas con determinación y entusiasmo o analiza la contaminación que provocan. No hay puesta en valor de los espacios naturales, como aquí, y eso se hace no con centros de interpretación, sino con guías para la observación de fauna y flora, conociendo nombres en latín, los vulgares y todas sus características, para realmente conocer lo que se ve y no conformarse con creerse los apelativos que le dan los entendidos, comprender el por qué de tanta riqueza. Aquí habrá analfabetos, pero cuántos son analfabetos funcionales en el primer mundo, que no entienden lo que leen y no sabrían expresarse a través de la escritura. Dónde se encuentra el espíritu democrático que tienen aquí las cooperativas, no existe, en definitiva. Quién aceptaría reglas impuestas, como en Nica, que entre todos los cooperativistas deciden cuánto le toca aportar a cada uno, quién impondría eso allí. Quién en los países del Norte reconoce que se ha equivocado, que han hecho mal las cosas. Cómo es posible que aquí haya tanta actitud abierta a la vida, aprovechando las oportunidades que se tienen, las pocas. Aquí son todos hospitalarios, siempre con una sonrisa en la boca, con ademán austero y humilde, pero con determinación. Aquí te sorprende la oratoria de la población, la fuerza y firmeza de su discurso, lo elaborado, rico y complejo que es. Saben lo que quieren, aunque no tengan los medios para conseguirlo. En España, creo, sólo hay una visión unidimensional, miope, a corto plazo de todo, como en una continua improvisación. Según venga la marea, así nos movemos, siempre a la deriva. Se hacen las cosas sin pensar, sin un plan, un organigrama razonado de lo que se quiere conseguir y con las acciones convenientes. La necesidad despierta el ingenio y la capacidad. Los que tenemos los recursos, siempre de sobra, no sabemos cómo manejarlos. Qué despilfarro.
viernes, 7 de marzo de 2008
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