Describir Nicaragua en unas pocas líneas es imposible. Con qué me quedo, con su gente, sus paisajes, sus lagos y volcanes, su contexto social, económico, cultural, laboral, etc. No puede haber una visión parcial, e incluso que el matiz emocional no se incluya. Estuve en charlas en Nicaragua que acabábamos con los ojos húmedos. A veces nos sentíamos orgullosos de ser extremeños y otras nos avergonzaba vivir en un país rico. Era extraño cuando comentábamos que Extremadura es la región más pobre (menos rica) de España y lo comparaban con Nicaragua, y por desgracia no tiene nada que ver. Nos daba rabia que por una cantidad ridícula para nosotros, jóvenes preparados y brillantes no pudieran ir a la universidad, o que niños tuvieran que vender por las calles para ayudar en casa. Y ahí estaba la gran paradoja de todo nuestro viaje: no podíamos caer en el paternalismo, pero eso es muy difícil. Sentiamos muy cercanas las dificultades de los campesinos, de las madres solteras que luchan por sacar adelante a sus hijos, etc. Pero basta de conmiseración. Nicaragua es otra cosa, es un país rico en recursos naturales, es alegría, con cualquier motivo organizan una fiesta, los nicas (nicaraguenses) son seres transparentes, francos, honestos, que se acercaban con una sonrisa, que no tenían mala intención ni son desconfiados, al contrario de lo que somos nosotros. Quien menos tiene menos teme. Existía un complejo de inferioridad, que desaparecía cuando les ofrecíamos confianza y una charla amigable. Me sorprendía que con alguien desconocido a los cinco minutos ya tenía una conversación profunda y amena, y eso sucedía con cualquiera. En España es difícil que eso suceda, casi siempre las conversaciones son vanas. Tienen una visión lúcida de su realidad, saben lo que quieren y cuando hablan lo hacen con propiedad. Quién aquí puede hablar de política si no es desde el partidismo, en un diálogo de besugos del que nadie escucha y simplemente cada cual cuenta su historia sin importar lo que dija el otro. En Nicaragua tuve verdaderas conversaciones, construídas entre ambos, enriqueciendolas con argumentos de los dos, desde el respeto y la comprensión mutua. Allí he vivido la verdadera democracia y no la de aquí creemos tener, donde todos construyen los argumentos sin censuras y sin caer en la imposición. El sentido comunitario y justo era fiel reflejo del pluralismo que vive Nicaragua, todo se construye entre todos, todos opinan y todos están orgullosos de lo conseguido.
Estuvimos en mítines de candidatos del FSLN (Frente Sandinista de Liberación Nacional) para elegir el que repesentará al partido en las elecciones locales de noviembre. Estas primarias no las conozco en España para los candidatos a las alcaldías. Conocimos cómo las cooperativas se gestionan y resulta que también son democráticas. Aquí lo son, pero no con el mismo grado de compromiso. En Nicaragua la asamblea de socios decide lo que debe aportar al año cada socio al patrimonio común. Y si no cumplen son expulsados. Llevan a las últimas consecuencias esa igualdad. Como comentaba todos hablan de política, siendo un tema que les apasiona. Y tienen criterio sus razonamientos, una base sólida que me parecía increíble. Yo puedo estar informado de lo que ocurre en el mundo por periódicos, televisión, radio, revistas o libros, pero que ellos, cuando su poder adquisitivo es menor, los medios de comunicación no llegan a todos y a veces les es dicífil acceder a la información que ofrece internet, tuvieran tan buen criterio, mirada crítica y argumentos tan bien definidos, no podía ser de otra forma que a través de lo que nos falta en nuestra sociedad, a través de la conversación. Ellos son conversadores natos y si no estaba algo ducho en el tema, me hacían sonrojar aportándome razones y argumentos que no conocía. Aquí la base política está en la demagogia, en razonamientos que no se detallan, en el seguidismo de la versión oficial y el prietas las filas, que el que se mueva no sale en la foto. Allí tienen un espíritu libre y reivindicativo, será por tantos años de opresión. Tuvieron el valor de echar del país a la familia Somoza que llevaba décadas robando al pueblo y administrando el país como si fuese su finca (llegó a poseer más del 60 % de la riqueza del país esa familia). Qué satisfacción cuando Edén Pastora, un héroe nacional nos contó cómo secuestró la Asamble Nacional, organismo títere del dictador. Es como Tejero en España, pero al revés. No murió nadie, apenas pidieron nada, sólo fue un grito de protesta antes una estirpe de canallas que tenía bajo su yugo todo un país. Fue en 1978 y di a conocer a todo el mundo la iniquidad del régimen dictatorial y las injusticias que infligían. Ver la 21, una cárcel política, y saber cómo torturaban a los presos, no podrá justificar jamás una dictadura, como se hace en España.
Vimos escenas desagradables, como cuando queríamos entrar en Nicaragua y un hombre pasó delante del autobús con un palo en la nuca cargando cuatro bloques de cemento. Se tambaleaba pero continuaba su paso. Y lo que más me dolió fueon quienes sacaron su cámara de fotos y le acribillaron a fogonazos. O cuando conocí a un niño que vendía en la calle y me comentó cuánto tenía que vender para volver a casa y convencí a mis camaradas para comprarle para que se fuera, siendo ya las 11 de la noche. O cuando invité a dos niñas a comer, o cuando... no merezco decir nada más, cuando he recibido más que he aportado en la estancia en Nicaragua.
No me gustaba nada vivir auténticas paradojas en Nicaragua. Éramos Jóvenes Voluntarios con América Latina y siempre comíamos en restaurantes. El albergue nuestro no tenía comedor. Y resulta que sólo los que tienen poder adquisitivo podrían permitirse tal lujo, o sea, un porcentaje muy pequeño de población. Allí había mucha desigualdad de clases, se pasaba de tener dinero a no tenerlo, sin casi clase media, o vivían con lo justo o tenían una situación económica holgada. Y alli nos tenían, con los acomodados, con los ricos. Otro contrasentido fue que a veces fuimos a cadenas de comida rápida, multinacionales estadounidenses. Hubo días que ya era tarde para encontrar otra cosa, pero no tenía lógica que diéramos dinero a transnacionales yanquis, después de haber hecho tanto daño a Nicaragua, cuando Ronald Regan, a través del Congreso de los Estados Unidos, financiara los actos terroristas de la Contra. Y además haciéndolo público, pues pedía los millones de dólares al Congreso de manera expresa. Otra paradoja fue que siendo Jóvenes Voluntarios nuestro viaje no fuera para ayudar directamente, sino para conocer y concienciarnos de la realidad nicaragüense para posibles futuras acciones. A veces, parecía un viaje organizado por un Touroperador, que nos llevaba de un sitio a otro, visitando también zonas turísticas, como playas, volcanes, reservas naturales, etc. Lo bueno fue que siempre nos alojábamos en lugares humildes, aunque nunca llegamos a vivir con habitantes de las comunidades, sino en albuergues para visitantes. Y eso fue lo mejor.